martes, 11 de agosto de 2020

 

La luz a ti debida

 

Sé que llegará el día en que ya nunca

Volveré a contemplar

Tu mirada curiosa y asombrada.

Tan sólo en tus pupilas

Compruebo todavía,

Sorprendido,

La belleza del mundo

Y allí en su centro, tú

Iluminándolo.

 

Por eso ahora

Mientras aún es posible

Mírame mirarte

Mete todo tu asombro

En mi mirada

Déjame verte cuando tu me miras

También a mí, asombrado

De verte a ti asombrosa.

 

 

III

 


Esperanza,

Araña negra del atardecer.

Te paras

No lejos de mi cuerpo

Abandonado, andas

En torno a mí

Tejiendo, rápida

Inconsistentes hilos invisibles

Te acercas, obstinada

Y me acaricias casi con tu sombra

Pesada

Y leve a un tiempo.

 

Agazapada

Bajo las piedras y las horas

Esperaste, paciente, la llegada

De esta tarde

En la que nada

Es ya posible…

Mi corazón: tu nido.

Muerde en él, esperanza.

 

II

 

Son las gaviotas, amor

Las lentas, altas gaviotas.

 

Mar de invierno. El agua gris

Mancha de frío las rocas.

Tus piernas, tus dulces piernas,

Enternecen a las olas.

Un cielo sucio se vuelca

Sobre el mar. El viento borra

El perfil de las colinas

De arena. Las tediosas

Charcas de sal y de frío

Copian tu luz y tu sombra.

Algo gritan, en lo alto

Que tú no escuchas, absorta.

 

Son las gaviotas, amor.

Las lentas, altas gaviotas.