jueves, 12 de septiembre de 2013

I

I

¿Has visto alguna vez una ballena azul en
Los mares australes?

Mares hondos, incesantes, tormentosos mares.
Un pueblo de témpanos mutables, errabundos,
En un perpetuo andar se desliza
Hacia la inútil y ruinosa batalla de los días breves.
Sombra mojada y aguerrida de los mares,
Agros de espumas sonrientes,
La sonrisa innumerable y enigmática,
Los alargados, los alados cuerpos
De las ballenas que viajan hacia el sur,
Siempre hacia el sur.

¿De dónde regresan las aguas cambiantes, vivas?
¿Hacia dónde van? ¿En dónde nació el
Agua elemental?
El sol se humilla con su luz en su brillante
Escama urgente
Hundido en la renovada superficie móvil.

Es en vano gritar. Estamos solos, perdidos
Golpeando los muros incesantes
En los días incontados.
Vivimos en los mares. Hay que oír el canto,
Sosegadamente oírlo
Y vivamente oírlo
Pero el canto nunca duerme.
El oído se deslumbra. Siempre está despierto
Buscando a los otros con su ritmo.
Arrodillado está el hombre delirado de creación
Ante su sombra.

(Balada de la ballena azul, 1992)

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