Toba
¿Qué soledad me quiebra los estíos?
¿Qué piedra en punta me lancea el pecho
Cuando busco tu huella junto al lecho
Desmemoriado y seco de mis ríos?
Parto el olvido con puñales fríos
Y te grito pantera, tajo, helecho.
Me duele y no me duele cuanto has hecho
Para torcer tus rumbos de los míos.
Soplo que me alienta muy de tarde en tarde
-como una llama que se apaga y que arde-
Ni vives ni la muerte te encadena.
Y vas en tu crepúsculo de asombro
Con el cadáver de tu raza al hombro,
Camino del silencio y mi condena.
(Las raíces, 1962)
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