lunes, 16 de septiembre de 2013

Al despertar, día tras día

Al despertar, día tras día

Al despertar, día tras día, abrimos la ventana
Para comprobar que los dueños de la tierra
Todavía no la han destruido del todo.

Acariciamos los animales
Que protegen el descanso de los nuestros
Mientras el agua hospitalaria
De la pava y el mate recibe condescendiente
A estos modestos poetas de provincia.

La razón apenas entreabierta, entonces,
El cuchillo de ardor en el estómago
Y la cáscara fastidiosa de los sueños
No dejan de recordarnos que sin porvenir
La palabra –como la vida- es difícil.

Sin embargo con la cautela de los náufragos
Nos acercamos a la máquina de escribir
Y en el espacio sin límites
De la hoja en blanco, creemos escuchar
Un silencio poblado de tambores,
Una música que insiste
Hundida en un territorio de promesas.

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